Diario de Francia – Parte III

30 de enero 2023

Otro día de descanso. Hoy no hice nada, tenía muchas ganas de esquiar pero mi cuerpo necesitaba recuperarse de una noche de mucho escabio y poco sueño.

El sábado salí con mis compañeros de trabajo. Salimos de trabajar y fuimos juntos al mismo bar de siempre. Ocho personas, seis nacionalidades distintas. Aún que lleve años en esa vida viajera, aún me fascina la aleatoriedad con la cual nacen las amistades durante un viaje. No tengo idea del porqué de haberme conectado más con esas 8 personas, de las más de 50 del staff. Entiendo que el idioma fue un factor importante, pero antes de saber quiénes hablaban algún idioma en común conmigo, algo de ellos ya me había llamado la atención.

Desde que volví a estar soltera, hace siete meses, había decidido dejar al amor de lado, en todas sus formas. Tengo claro que me encanta estar en una relación, pero también entiendo que la vida que llevo no es estable y aún no he conocido a nadie que estuviera dispuesto a acompañarme en esta locura, ni tampoco quise cambiarla por alguien (pues una vez, pero no lo hice). También tengo claro que no me gusta el sexo casual, lo probé y después de varias experiencias malas y algunos amores sinceros demasiado cortos, entendí que no sirvo para lo casual. A mi me gusta enamorarme.

El sábado me olvidé de todo eso, pero ya les cuento mejor…

A mi me pasa que tengo varias personalidades distintas, dentro mío habitan varias Jacques y una de esas es completamente extrovertida, divertida y danzante. Si te la cruzas muy probablemente te quedes admirado, ella es tremendamente cautivadora. Si te cruzas a la Jacque ortiva, lo siento, ella es mi peor versión.

Durante ese mes en Francia, me hice amiga de dos chicos muy diferentes a mi, con quienes comparto mi nueva rutina y, a través de la convivencia cotidiana, vamos creando cosas en común. Hace un par de semanas me di cuenta que les gusto y me puse a reflexionar sobre el porqué de no sentir lo mismo por ellos.

A lo largo de esos años de viajes, pude conocerme mejor, entender mis gustos y confundirme aún más sobre mis sueños y aspiraciones de vida. De las cosas que deseo vivir, una de ellas es un gran amor, a veces creo ya haberlo encontrado, pero como vivo cambiando de idea, no puedo decir al cierto si ese puesto sigue ocupado… Algo que percibí fue que, antes, me enamoraba de las calidades del otro más por admiración, que por amor. Veía en el otro las características que yo quería tener y medio que lo usaba para aflorar ese lado mío. Las relaciones también son un viaje. Yo me dejé llevar por distintos caminos y hasta descubrí nuevas pasiones gracias a esas personas, y sé que fue un intercambio.

Hoy, aunque no tenga nada definido en mi vida, conozco mejor mis gustos y ya no me enamoro más de una persona porque tienen algo que yo quiero para mí. Me enamoro de las personas que, así como yo, se conocen bien (en su locura y en su elocuencia) y se permiten ser, actuando naturalmente aunque completamente perdidos.

Siento (y puede ser que esté equivocada) que esos chicos admiran las calidades que tengo que desean desarrollar mejor en ellos y no me ven como soy. Comprehendo su confusión porque ya la viví, pero soy consciente de que la admiración, aunque sea un pilar importante en una relación, no la sostiene sola y la verdad es que puedo ver, por no estar ciega por ese falso enamoramiento, que divergimos en otros factores claves y que, por eso, seguiremos siendo amigos.

Mientras tanto, sigo con mi plan de olvidarme del amor por un tiempo más… La verdad es que iba todo bastante bien, hasta ese último sábado….

En el bar con mis amigos, me puse a hablar con un desconocido y bailamos toda la noche. Bailamos y tomamos hasta que no podíamos ni bailar ni tomar más. Nos reímos todo el tiempo y, si les soy sincera, no me acuerdo casi nada de lo que hablamos, sólo me acuerdo que, en esa fiesta, éramos nosotros. Hoy salí a cenar con un amigo que estaba el sábado y él me dijo que yo no me di cuenta, pero que toda la fiesta me miraba bailar. Yo estaba completamente fascinada por ese francés loco que disfrutaba igualmente de mi locura.

Ahí está, la naturalidad que tanto busco… esa conexión inexplicable generada a partir de un encuentro casual entre dos personas de mundos distintos, orgullosas de sus vidas y capaces de admirar al otro sin anhelar ser como esa persona. Lástima que la haya encontrado (una vez más) en algo pasajero.

Cómo dije anteriormente, lo casual no es lo mío. Soy demasiado intensa para amar en cuotas. El sábado la pasé bien, pero hoy me siento mal y me pongo a imaginar si quizá hubiera sido mejor si la hubiera pasado mal. Si fuera así, esta sería apenas una historia más que le contaría a mis amigos de un mal sexo casual en una borrachera, en vez de un relato de un rápido encuentro de almas y cuerpos que me hizo volver a creer en la fantasía de un día vivir un gran amor.

Amigos, prepárese, vuelven los textos melancólicos.

Volvió la Jacque ilusionada.

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